Buenas tardes Sras y Sres, amigos todos.
Procuraré ceñirme a una intervención de alrededor de 35/40 minutos, donde mi deseo es trasladar reflexiones al respecto para que cada uno medite.
En octubre de 2014, tuve el inmenso honor de abrir el Curso Académico con una conferencia que titulé, “Reflexiones desde el Ateneo sobre España e interrogantes sobre su futuro”.
Aquel día, expuse con una gran dosis de escepticismo, mi opinión sobre los problemas más acuciantes que nos acechaban en ese momento y que a día de hoy, están más enquistados todavía porque se sigue sin ponerle coto legal contundente y democrático al desvarío secesionista, habiendo causado ya a corto y medio plazo un daño irreversible al futuro de España tal y como la hemos conocido en los últimos 500 años.
Hoy, tengo igualmente el inmenso honor de cerrar este Curso Académico 2016/17, con una conferencia que he titulado, “España en Europa: ¿ Qué futuro nos espera?
Contaba el Vicepresidente de la Unión Europea, el Comisario Español Manuel Marín, (personaje clave y uno de los firmantes en el tratado de Adhesión de España), que la primera lección de historia que se impartía en el Colegio Europeo de Brujas (Bélgica) a los aspirantes a la diplomatura de Estudios Europeos tenia lugar fuera del aula, a la interperie, en un páramo apartado y quieto. “El primer día de clase nos llevaron en autobús a un pequeño promontorio desde el que se divisaba un cementerio inmenso levantado tras la II Guerra Mundial. El profesor Lory nos señaló las hileras interminables de cruces blancas y dijo: “Si Europa existe es por esto”, por los millones de muertos que produjo la guerra.
Lejos queda en el tiempo los buenos deseos de cohesionar los intereses europeos que los padres fundadores de las Comunidades Europeas intentaron en su día (Konrad Adenauer; Jean Monet; Winston Churchill; Robert Schuman; Alcide de Gasperi; Paul Henry Spaak; Walter Hallstein, y, Altiero Spinelli, entre otros, hicieron un esfuerzo de lucidez geoestratégica e histórica, para defender los intereses generales de los países fundadores de la Comunidad Europea en 1957 con la firma del Tratado de Roma).
España firmó su adhesión a la Unión el 12 de junio de 1985, y el 1 de enero de 1986, entró en vigor el Tratado de Adhesión, que convirtió a España en miembro de pleno derecho de las entonces denominadas “Comunidades Europeas”.
Gracias a la pertenencia a la Unión, España ha logrado consolidar la democracia, modernizar la economía, las infraestructuras y los servicios públicos, participar de la moneda única y disfrutar de las reglas del mercado común para lo bueno y lo malo.
Asimismo, España ha mantenido una participación constante y activa en el seno de la Unión Europea, impulsando las políticas sociales, la Europa de los ciudadanos, la política común de inmigración o las relaciones con el sur del Mediterráneo y con Iberoaméríca.
En 1985, Europa era la solución. Los 32 años transcurridos encuentran hoy en día a una UE desdibujada tras el Brexit, atrapada en sus contradicciones internas y minada por las deficiencias de diseño, el resurgir de los nacionalismos y populismos y las recientes amenazas bélicas en sus periferias. Sin caer en el euroescepticismo y la eurofóbia rampantes, muchos españoles abandonan su fervor europeísta resentidos por la brutal cura de austeridad anticrisis a que hemos sido sometidos, absortos en las cuestiones domésticas y poco conscientes de que nuestro futuro se juega en este espacio supranacional en el que recuperamos la confianza en nosotros mismos y encontramos el impulso para el extraordinario salto histórico que dimos.
Según las encuestas, la tercera parte de los votantes españoles opinan hoy que Europa ha perjudicado a nuestro país y ahora que la UE se ha convertido para algunos en el chivo expiatorio de los males nacionales, mucho más se hacen la pregunta de si verdaderamente la entrada a Europa nos ha beneficiado.
En 2017, no sabemos cómo solucionar Europa, pero…¿Que ha supuesto la adhesión para España ?, ¿está dando la UE respuesta a las necesidades económicas y políticas?, ¿es posible recuperar el espíritu europeo?, ¿los jóvenes se han desenganchado sin remedio de un proyecto percibido como ajeno y poco democrático ?, ¿ qué Europa quieren los españoles ?, ¿ que estamos haciendo y que no para conseguirlo?, ¿ la Unión sigue significando un futuro próspero ?. Son todas preguntas inquietantes con difícil solución.
Procuraremos dar respuesta a estas interrogantes:
¿Que ha supuesto la adhesión para España?
Miguel Ángel Benedicto, en su libro, “La mayor operación de solidaridad de la historia”, afirma que España se “ha convertido en el país del mundo que históricamente más se ha beneficiado por una corriente de solidaridad proveniente de otros países”. Este record español representa una cifra tres veces superior a lo que supuso el Plan Marshall para todos los estados tras la II Guerra Mundial.
Cierto es que la mayor parte del presupuesto que recibimos, el 80%está destinado a las políticas comunitarias agrícolas, a través del Fondo Europeo de orientación y Garantía Agrícola (FEOGA) y a políticas de acciones estructurales y de cohesión ( líneas AVE, aeropuertos, autopistas, centros tecnológicos, restauración de edificios singulares, etc, etc ). Ser socios de la UE nos ha facilitado afrontar los nuevos retos de la globalización, situándonos en primera línea del plano político internacional. Nos ha permitido acelerar nuestro desarrollo económico y aumentar nuestra competitividad. Como ciudadanos europeos hemos adquirido nuevos derechos y se han abierto nuevas oportunidades. Hoy podemos viajar, trabajar o estudiar en cualquiera de los países que integran la Unión, donde gozamos de los mismos teóricos derechos que sus nacionales. No hay área económica, industrial, sanitaria, social o cultural de envergadura en que la UE no haya intervenido con subvenciones, préstamos u otras formas de financiación. Entre 1986 y 2013, España recibió 151.400 millones de euros de la UE, una cifra a la que hay que sumar 45.000 millones más asignados hasta el año 2020. A cambio, nuestro país aporta a las arras de la UE el porcentaje obligado, común a todos los socios, del 1,24 % de su PIB. Aunque el espectacular crecimiento español de las últimas décadas y la entrada de los países del Este, mucho más pobres, ha reducido notablemente el dinero de los fondos comunitarios destinados a nuestro país, la relación sigue siendo todavía provechosa incluso en el aspecto contable.
¿Está dando la UE respuesta a las necesidades económicas y políticas?
En las más de tres décadas de España como miembro de la Unión Europea, se han recogido muchos de los esfuerzos sembrados, pero aún quedan asignaturas pendientes y la necesidad de reflexión sobre la aportación española a la UE del futuro.
En los años 80, “Unanimidad, europeísmo y modernización”, fueron tres palabras claves en la adhesión de España a las entonces, Comunidades Europeas. Las fuerzas políticas y sociales estuvieron de acuerdo en que el futuro de España pasaba ineludiblemente por Europa, por subirse al tren de un proyecto que ayudaría a andar el ansiado camino de la modernización de la que estábamos tan faltos.
Si echamos la vista atrás, vemos tremendas reformas impulsadas por la pertenencia al club y la posterior entrada en la eurozona, así como por el fuerte compromiso de los gobiernos y la sociedad española con la Unión. Datos sobre la mesa que hablan de prosperidad y desarrollo, pero la modernización ha ido más allá.
España, que duda cabe, ha experimentado una gran transformación política, social y cultural durante estos 32 últimos años.
El resultado teórico; un Estado más democrático en materia de libertades, igualdad y solidaridad, con unas instituciones más sólidas y más abierto al mundo. Europa ha significado una gran oportunidad para España, pero no debemos de olvidar que España ha sido también, un gran activo para la UE, puesto que ha aportado un importante mercado y una visión distinta sobre los problemas y las necesidades de Europa.
Sin embargo, en el camino también se han dejado atrás tareas esenciales para garantizar un futuro sostenible como por ejemplo, una mayor inversión en investigación; desarrollo e innovación; mayores esfuerzos en la lucha contra la corrupción generalizada y el fraude; acabar con las altísimas y vergonzosas tasas de desempleo; trabajar en un modelo económico más productivo y social. La devastadora crisis de 2008, recuerda a España estas asignaturas pendientes con más fiereza que nunca.
¿Es posible recuperar el espíritu europeo?
No es nada fácil, pero tampoco es imposible. El desarrollo europeo caracterizado por los objetivos económicos, culminó en el Acta única en 1986, que transformó el Mercado Común en un mercado único que aprobó la liberalización del movimiento de capitales. Este nuevo marco jurídico dio alas al capital financiero, pero desestabilizó los servicios públicos y puso fin a los progresos sociales y fiscales. Poco a poco, Europa fue perdiendo el alma, el espíritu humanista y la preocupación por los derechos sociales que buscaba la emancipación social.
El desarrollo del proyecto europeo culminó con la creación de la Unión Monetaria y con la creación del euro en 1999, una construcción notablemente defectuosa al no ir acompañada de la unión fiscal y económica.
La España de 1985 era un país en blanco y negro, con dos canales de TV, carreteras lamentables, sistemas de comunicación irrisorios e industrias en gran parte obsoletas; un país que no contaba con electrificación rural y tenia a sus agricultores sin seguridad social. Esa España en la que se manifestaba un acusado complejo de inferioridad respecto a Europa. Nuestra renta per cápita no llegaba al 72% de la media europea, hoy es de un 96% y su productividad apenas alcanzaba la mitad de la Comunitaria. 32 años después, el PIB español se ha doblado, de 461.394 millones de euros, hemos sobrepasado el billón de euros, y el volumen de nuestras exportaciones se ha multiplicado por 10.
Europa había apostado por la globalización, pero sin adoptar medidas protectoras para sus ciudadanos. Los bancos han crecido en influencia ejerciendo un poder cada vez más despótico que subyuga a gobiernos, empresas y la vida entera de los ciudadanos. El paro y la pobreza se han instalado en proporciones muy elevadas en España y en diferentes países europeos.
¿Porqué la crisis de los refugiados está causando un gran problema económico y moral a la U.E.?
Para entender mejor este tema, tenemos que hacer un poco de historia.
A partir de 2010, un colosal terremoto social sacude al mundo árabe, derribando parte del orden existente y abriendo grandes grietas en el resto, dando origen a una prolongada era de incertidumbre. Estas revueltas populares tienen elementos en común pero también profundas diferencias entre países.
Debemos de tener en cuenta que los estados-nación en Oriente Medio surgen por el reparto colonial que hicieron principalmente Francia e Inglaterra al final de la Primera Guerra Mundial sobre el cadáver del imperio otómano. Al igual que en casi todo el continente africano, en oriente medio, las fronteras de los nuevos países fueron determinados por intereses coloniales sin tener en cuenta a los pueblos de la región.
El surgimiento de los Estados que en Europa se demoró siglos y muchas guerras, en oriente medio se hizo en los minutos que les tomó a burócratas europeos pintar un mapa de acuerdo con sus conveniencias.
Los ingleses repartieron a la carta entre sus aliados en la zona, tanto Irak como Jordania y Egipto. Caso aparte es Palestina y su terrible guerra con Israel.
Francia hace lo mismo con Siria, Libano o Argelia, haciendo Italia lo propio con Libia.
Después de la Segunda Guerra Mundial se precipita el colapso del orden colonial imperante, siendo reemplazado por autocráticos regímenes militares adversos a la democracia y a los derechos ciudadanos. Una élite dejó su lugar a otra. El resultado fue sociedades cerradas, estancadas en el tiempo, sin oportunidades para sus jóvenes, sistemas autoritarios y nepotistas, sin libertad de expresión y asociación, con unas pequeñas élites que se beneficiaron de un sistema altamente clientelista y corrupto.
Empezaron a caer los regímenes del Sha de Irán, secuestrado por los islamistas de Jomeini. Egipto, Tunez, Libia, Siria, Yemen, Bahrein, Omán, etc. Todo cayó en poco espacio de tiempo como un “totum revolutum” que no sabe con seguridad hacia donde llevará pero se intuye un cambio con algo más de apertura para maquillar la nueva situación creada bastante parecida a las anteriores.
Pero, ¿quien provocó este avispero de difícil solución?
Sin lugar a dudas, fuimos los europeos, especialmente Francia e Inglaterra quienes diseñaron las fronteras aludidas y colocaron a sus amigos como líderes de cada país.
La falta de democracia, las guerras civiles como la de Siria, provocada por los intereses geoestratégicos de EE.UU y Rusia, los enfrentamientos en general y la ausencia de libertad y de derechos, ha provocado una tremenda emigración de muchos millones de ciudadanos buscando conceptos básicos como el clásico, “tierra, pan y libertad”, que sólo se lo ofrece la seguridad jurídica y el bienestar de Europa.
Las oleadas de inmigrantes ante las puertas de la U.E se han convertido en una típica y desgarradora imagen usual en los telediarios. Por desgracia, son noticias diarias los barcos y pateras que llegan a las costas europeas, principalmente, Italia, Grecia y España, con cientos de ciudadanos subsaharianos en busca de una oportunidad, pero, ¿ cuál es la postura correcta que debe guardar la U.E. ante los inmigrantes?
¿Debemos de aceptarlos a todos? Según la doctrina de la U.E., SI.
¿Estamos en condiciones de hacerlo? España de momento, intuyo que NO.
¿Se puede cambiar democráticamente esta situación? Creo que es un problema irresoluble a corto, medio y a largo plazo. Es un problema complejo de redistribución de la riqueza, de transparencia y madurez democrática acompañada de una altísima elevación de los niveles de educación y formación de las sociedades que conforman todos los países afectados. Este proceso será tortuoso y muy largo. Dudo que los nietos de nuestros nietos lo vean.
En la reciente crisis de los refugiados, vemos claramente como el fallo ha correspondido más a los Estados que a las instituciones comunitarias. Ha habido políticos, como la canciller alemana Angela Merkel, que han mantenido los principios en la defensa del derecho al asilo, acogiendo a un millón de ciudadanos perseguidos a pesar de las presiones de su partido y el fuerte desgaste electoral que suponía.
¿Debemos de aceptarlos a todos?
Está claro que la crisis de asilo y refugio ha puesto contra las cuerdas a las instituciones y gobiernos europeos. Hasta ahora, su incapacidad para actuar ha sido manifiesta, además de carecer de mecanismos adecuados para gestionar humanitariamente el flujo de refugiados, se han dividido respecto a las medidas a tomar y han actuado por su cuenta en muchas ocasiones contraviniendo los valores éticos y los principios en los que se sustenta el proyecto europeo. El cierre unilateral de fronteras y la negativa a cumplir con los compromisos de realojo acordados, no sólo ha sembrado la división, sino que está reforzando las propuestas xenófobas y populistas de los enemigos del proyecto europeo.
¿Estamos en condiciones de hacerlo?
Es altamente alarmante y muy preocupante los duros enfrentamientos que ciertos representantes de la comunidad musulmana están provocando en ciudades europeas como Estocolmo, Londres, París, Bruselas, Colonia o Berlín.
Teniendo en cuenta que la natalidad de estos inmigrantes aumenta a razón de una media de 6/8 hijos y la europea es actualmente de 1,5 por pareja, es muy posible, que en un plazo de 30/40 años, siguiendo este ritmo, Europa sea mayoritariamente islámica, con lo cual, o ponemos ahora los remedios oportunos para que esto no ocurra en el futuro, o nos veremos todos obligados a pasar por las horcas caudinas de estos señores. Tiempo al tiempo. El multiculturalismo como seña de identidad progresista está bien hasta ciertos límites. Nunca deberíamos consentir que en la Unión Europea, los principios de la democracia occidental sean superados por otros conceptos de otra índole que no tienen nada que ver con nuestra cultura, nuestros valores y nuestras tradiciones. Todos los inmigrantes deberían de aceptar el compromiso ineludible del respeto a nuestras Constituciones, Normas y Leyes generales. Su incumplimiento, daría pie a su expulsión de la Unión Europea, tan sencillo como eso.
Pero, ¿que Unión Europea queremos?, una que reciba a todos los refugiados que lo soliciten? o una Unión Europea que calcule a cuantas personas puede atender adecuadamente y en debidas condiciones con un contrato de trabajo por un tiempo determinado y una calidad de vida acorde a los parámetros europeos y que luego pueda regresar a su país de origen con una formación que le permita desarrollar sus capacidades adquiridas ?. ¿ es posible trabajar en esta dirección?
Que cada uno piense la respuesta correcta.
¿Que futuro le espera a la U.E. con Trump como Presidente de EE.UU y con Putin en Rusia?
El distanciamiento de la U.E., con Rusia y EE.UU, en en la actualidad sumamente preocupante. Bastante más de lo que se intuye a primera vista. Por un lado, Moscú espera que la falta de respaldo desde Washington, junto con su nuevo reparto de fuerzas dentro de la U.E, termine por quebrar la posición firme de Bruselas con relación a Ucrania y el frágil consenso en torno a las sanciones. Su levantamiento es el principal objetivo inmediato de Rusia.
Por otro lado, el Presidente Trump cuestiona algunos de los, hasta ahora, considerados pilares de la hegemonía global de los EE.UU, como son el orden liberal internacional, el libre comercio o algo tan tradicional para los EE.UU como la atracción de talento de todos los rincones del planeta hacia su tierra.
Con relación a la U.E., la Casa Blanca emite mensajes contradictorios. Parte de su equipo apuesta por el mantenimiento de un vínculo trasatlántico fuerte y el respaldo estratégico a Bruselas. Sin embargo, el propio Trump ha saludado el Brexit y dado muestras de evidente hostilidad hacia el proyecto europeo, el liderazgo alemán y ha tildado a la OTAN de obsoleta. Por consiguiente, su llegada a la Presidencia, deja a la U.E. en una situación muy incómoda. Guste o no, Europa mantiene una considerable dependencia estratégica y militar respecto a EE.UU.. El tiempo dirá si Trump se convierte en un revulsivo para la U.E. anquilosada o, por el contrario, precipita su debillitamiento.
Visto lo cual, el Brexit no ayuda al fortalecimiento de la U.E., sino que nos quita poderío estratégico. Intuyo que ante un futuro incierto, la U.E. debe incentivar sus aportaciones al refuerzo de la OTAN, dándole por cierto la razón a Trump en este tema concreto.
Europa ha estado relativamente cómoda en el plano militar desde la Segunda Guerra Mundial a la hora de pagar la factura militar. Esta ha recaido mayoritariamente en EE.UU. y el Presidente parece que ha dicho basta a la actual colaboración deficitaria para los intereses americanos. ¿Quereis seguir teniendo el apoyo militar de EE.UU?, SI, pues hay que pagarlo entre todos, ese es el mensaje actual.
¿Cual es el principal problema para España con Europa en la actualidad?
Sin lugar a dudas, el principal problema de España se llama en la actualidad Cataluña. El anuncio de la convocatoria unilateral de un referéndum de autodeterminación en Cataluña para el 1 de octubre, por parte de quien no tiene competencia alguna para hacerlo, supone un desafío sin precedentes, tanto en el orden legal como en el político para el gobierno español y el devenir de Europa.
Problema de largo recorrido que como todos deben de saber se ha venido envenenando por el tancredismo de unos y el egoísmo de otros.
Es una sinrazón ilógica haber llegado a las puertas de un choque de trenes que en cualquier país democráticamente serio y responsable, jamás se hubiera permitido. La Constitución de 1978 ha sido incumplida reiteradamente en Cataluña y Vascongadas desde su aprobación.
Los sucesivos gobiernos españoles nunca han querido enfrentarse a tamaños desafueros para no perder el apoyo parlamentario de las minorías nacionalistas, permitiéndoles que hicieran y deshacieran a su antojo en los temas relativos al control de la educación, la cultura, la hacienda con sus impuestos, y otros conceptos, que han permitido la disolución y ausencia de los órganos del Estado en esos territorios, no actuando cada vez que se ha vejado conceptos tan elementales con la bandera y el himno nacional, humillados permanentemente en forma de silbidos y gritos desaprobatorios.
Dos generaciones de catalanes y vascos han sido educados en la animadversión de la historia común de España, de nuestros símbolos y de nuestra unidad como país.
El Gobierno (según sus portavoces), se ha convertido en un firme defensor de aplicar cuando corresponda la Constitución a este “golpe de estado” que la Generalitat viene propiciando desde el año 2012 ante la pasmosa pasividad del Ejecutivo.
Sin el consenso debido entre las opciones constitucionalistas, dudo mucho que este gravísimo problema encuentre de momento una solución equilibrada, justa y duradera. El desprestigio que está situación provoca ante la credibilidad del país en el plano internacional y de los negocios, intuyo que deja pasmado a muchos interlocutores.
¿Los jóvenes se han desenganchado del proyecto europeo?
Europa y España sobre todo, cuenta con una de las generaciones mejor preparadas de su historia. Jóvenes altamente cualificados que se dan de bruces en países como España, Grecia o Italia, con el terrible problema del desempleo juvenil que ronda entre un 40 y un 55%. Un drama que malogra expectativas y proyectos vitales de aquellos en cuyas manos está el futuro de la Unión Europea. Es un sinsentido que muchos miles de españoles cualificados estén obligados por las circunstancias fuera del mercado laboral español. Después de tantos esfuerzos por adquirir unos estudios, no es lógico que estemos mandando ingenieros, arquitectos, médicos, economistas, abogados, historiadores, biólogos, enfermeros, y multitud de jóvenes con otras carreras, al exilio de nuestras fronteras para poder sobrevivir con la dignidad que en España no somos capaces de ofrecerles.
Sólo con grandes reformas estructurales como la del sistema electoral, la de la ley del Poder Judicial, la de la financiación de los partidos y sindicatos o, por supuesto, la reforma educativa podrán los políticos recuperar parte de la confianza de los ciudadanos y retomar un mínimo de credibilidad y que a través del consenso se articulen las medidas económicas y laborales que permitan una real justicia redistributiva con las necesidades de la sociedad española.
¿Cual será el futuro de la Unión Europea tras la declaración de Roma?
Como potencia de tamaño medio, España se juega mucho en el debate sobre el futuro de la U.E. El desarrollo del libro blanco elaborado en Roma, constituye un texto de referencia para elaborar una política de Estado al respecto que deje al margen posturas partidistas.
En este nuevo orden, los países europeos dejarán de tener la actual capacidad de maniobra en las relaciones internacionales, en particular por su menor peso específico tanto en términos económicos como de población.
Una Europa disgregada o centrada en su Mercado único seria la receta de su declive político, por su pérdida de influencia internacional.
La U.E. necesitará una política exterior ágil basada en la toma de decisiones que no sea secuestrada por intereses nacionales que no siempre coinciden con los intereses generales. Y lo dicho, no centrarse en el Mercado único, donde hoy por hoy, el mayor beneficiario sería Alemania y en menor medida Francia.
La verdadera disyuntiva que se plantea es entre una Europa más federal y una Europa basada en cooperaciones reforzadas.
De hecho, la actual U.E. ya funciona así, ( euro, Schengen, justicia e interior….), lo cual permite avanzar en la integración a los Estados que lo deseen, sin estar limitados a aquellos que no se sienten preparados.
Por otro lado, un buen número de Estados de la U.E. ( la mayoría del Este, más Dinamarca, Suecia, etc….), son reticentes no sólo a una mayor integración de carácter federal, sino incluso a participar en políticas actualmente en vigor.
Además, algunos de los países del Este, no profesan el mismo entusiasmo respecto a los valores fundamentales de la U.E. ( tales como democracia, derechos humanos y respeto al estado de derecho ), lo que dificulta el avance en determinadas políticas.
Asimismo, se palpan actitudes pocos receptivas, incluso en los países con más peso, hacia planteamientos federalistas derivados de la actual marea populista y nacionalista. Esta situación se plasma actualmente tanto en la toma de decisiones dentro de la U.E. como en el funcionamiento mismo de las Instituciones.
La parálisis actual no sólo se deriva de la dificultad de poner de acuerdo a 27 paises, sino también por las diferentes perspectivas hacia la idea de Europa que cada estado tiene.
La U.E. debería de encaminarse hacia la creación de una Zona Euro reforzada hacia una Unión Política. Renovación y reforma de las Instituciones y reformar los poderes del Parlamento Europeo como Cámara de primera lectura para la aprobación de las leyes europeas donde el interés general prime por encima de todo, dejando el Consejo como Cámara de segunda lectura, que tenga en consideración los intereses nacionales.
Defender un presupuesto federal suficiente para reducir paulatinamente las desigualdades entre países y regiones, mutualizando parte de la deuda pública y abordando el problema de los países fiscales, aprovechando el Brexit, ya que una parte importante de los territorios implicados están bajo la soberanía del Reino Unido, etc y aprovechar mientras tanto, el mercado europeo.
A mi modesto entender, España debería defender la alternativa federal como solución a largo plazo, por vocación europeísta y como fórmula para asegurar una dinámica modernizadora tanto de sus instituciones como de su economía.
España debe defender la Unión Bancaria con seriedad. Los países serios y con credibilidad jurídica y económica, cumplen sus compromisos. En Holanda, el banco ING ha devuelto al Estado los 10.000 millones que recibió como préstamo. Londres recuperó los 23.800 millones del rescate de la Casa LLoyds. Sin embargo, el Banco de España calcula que no se recuperaran 60.600 millones de euros de las ayudas del Gobierno a la banca española.
En España se gestó la tormenta perfecta mientras las autoridades políticas y bancarias miraban para otro lado. El supervisor no supo detectar el agujero patrimonial que tenían los bancos derivado de la burbuja inmobiliaria; el Gobierno, no supo localizar los graves desequilibrios macroeconómicos de la economía y las instituciones económicas europeas, parece ser que no estuvieron en ese momento a la altura de las circunstancias.
El ministro del ramo, Sr. Guindos, anunció vehementemente, que la ayuda a la banca no costaría ni un euro al erario público. Parece ser que erró gravísimamente en su apreciación.
Para colmo de injusticias, el Gobierno aprobó una amnistía fiscal por decreto ley, siendo avisado por profesionales independientes de que era una chapuza legislativa y un dislate antidemocrático, por eso, el Tribunal Constitucional lo ha declarado anticonstitucional, porque vulnera el art 31 de la Constitución, ya que esta amnistía, injusta e inmoral, permitía el blanqueo de capitales, es decir, la reintroducción en el circuito legal de dinero procedente de delitos, como por ejemplo, de la corrupción.
Con estos antecedentes del préstamo incobrado a los Bancos y la Amnistia Fiscal, la credibilidad de España es cuando menos más que dudosa. Pero, permítanme en forma de epílogo para terminar, hacer algunas reflexiones.
¿Cuales pueden ser las Conclusiones de esta reflexión?
1º) La adhesión de España a Europa en 1985 significó un éxito clamoroso para España.
2º) España ha recibido en estos 32 años alrededor de unos 250.000 millones de euros.
3º) ¿Está España preparada para recibir a un número indeterminado de inmigrantes? No tengo datos para dar una respuesta correcta.
4º) ¿Saldrá Europa fortalecida con el Brexit? Por un lado, Europa saldrá perjudicada y disminuirá su poderío económico y militar, pero lo mismo, puede resultar un difícil revulsivo.
5º) ¿Será Trump un buen aliado de Europa? Los primeros meses de su mandato indican todo lo contrario.
6º) ¿Volverán los jóvenes a confiar en Europa? Mientras no haya una profundización en la democratización de las Instituciones y una mejora muy considerable de sus políticas de creación de empleo, existirá un distanciamiento y escepticismo generalizado. El millón de universitarios españoles emigrados a Europa desde que comenzó la crisis, cree en Europa, pero no confía en nuestra clase política para resolver este problema como consecuencia de las altas tasas de corrupción política y de la falta de voluntad y de consenso en solucionar estos desmanes.
7º) ¿Como será el futuro de Europa? La Unión Europea tal y como está concebida hoy en día, o toma medidas drásticas y difíciles para mantener su competitividad, o es muy posible que sea descabalgada del influyente papel que ha jugado en el concierto internacional de los últimos años, siendo superada claramente por los mercados chino, estadounidense, indio, japonés, brasileño, etc. Por otra parte, o corrige su política de inmigración o comprobaremos como en varios decenios, el espíritu de unidad europeo puede disolverse por no haber tomado a tiempo las medidas adecuadas.
8º) ¿Como será el futuro de España?
Cuestiones claves como el impago de los Bancos de las obligaciones con los préstamos recibidos del Gobierno, dejan la credibilidad del Estado con una falta de alineamiento con la filosofía seria y responsable de la Unión Europea.
¿Porqué da la impresión de que España está desorientada en Europa? En su momento (1985), España fue “apadrinada” como un hijo pródigo por los principales países europeos. Fuimos acogidos, mimados y súper protegidos. A día de hoy, España sigue siendo a pesar de los 32 años transcurridos, un caos democrático maquillado. La separación de poderes en España es más un deseo teórico que una realidad. Los partidos políticos y los sindicatos, han secuestrado la voluntad democrática de los ciudadanos; la Bolsa española y los reguladores económicos son para muchos expertos, Instituciones cuando menos poco transparentes, etc.
Europa no ha sabido exigir que España consensue e implante unas reglas de juego transparentes y homologables.
Y por supuesto que los partidos mayoritarios han dado muestras más que evidentes para no favorecer una regeneración imprescindible.
Mientras tanto, da la impresión que la sociedad española mira con suma indiferencia la situación creada. Parece como si una irresponsabilidad colectiva se hubiese instalado en el comportamiento ciudadano.
Como parece ser que dijo el canciller alemán Otto Von Bismarck, “España es el país más fuerte del mundo; los españoles llevan siglos intentando destruirlo y no lo han conseguido”.
¿Hasta cuando durará esta baraka?
Que cada uno saque la reflexión adecuada.
Muchas gracias.
Ignacio Moreno Aparicio
Cádiz, 30 de Junio de 2017
FUENTES:
Schengen. Reglamento 2016/399 del Parlamento Europeo y del Consejo.
Diferentes Directivas y Comunicaciones Comunitarias.
PRENSA: Diarios El País, El Mundo, ABC, La Vanguardia, Diario de Cádiz y La Voz de Cádiz.
DIGITALES: El Confidencial, El Español, Republica y Voz Pópuli.
Bibliografia:
“Libro Blanco sobre el futuro de Europa: Vias para la unidad de la Unión Europea de 27 estados miembros”
“Memorias” de Jean Monnet.
“Postguerra” de Tony Judt.
“L ´unité d ´un homme” de Jacques Delors.
“The euro” de David Marsh.
“Una europa alemana” de Ulrich Beck.
“Una Europa” de Francisco Aldecoa.
“Mi idea de Europa” de Felipe González.
“Memoria y Esperanza” de Marcelino Oreja.
“España en Europa” de Raimundo Bassols.
“Más Europa unida” de Enrique Barón.