Por Don Ignacio Moreno Aparicio, Presidente del Ateneo de Cádiz
Publicado en Diario de Cádiz (02/04/2013)
No hace falta repetir las muchas anécdotas y vivencias que cada uno haya podido tener referidas al Drago del callejón del Tinte. Es evidente que era (¿es?) un símbolo de la vida diaria de la ciudad. Formaba parte de ese catálogo de bienes sentimentales y afectivas que nos acompañan toda la vida….como lo era el Drago de la Facultad de Medicina o el de las Puertas de Tierra….o lo son los ficus de la Alameda y los que resisten frente al antiguo Hospital de Mora. No son edificios ni templos. No son construcciones artificiales a los que se les puede echar cemento o restaurar con un proyecto de rehabilitación…..pero no significa que no se puedan cuidar ni prestarles la atención debida.
Una vez más, la realidad nos hace aterrizar ante un hecho triste en lo afectivo….y en lo material….¿alguien sabe lo que cuesta un Drago más que bicentenario? ¿se puede comprar? ¿se puede reconstruir? Pues no. Por mucho dinero que se ponga (ahora) encima de la mesa, no será posible volver a verlo. Se puede plantar uno nuevo y que cada día que pase creciendo nos recuerde al anterior y el triste final que tuvo… ¿Se pudo evitar su caída? Pues es probable que sí….Ahora asistiremos, sin ninguna duda, a una disputa agria y partidista entre el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía por discernir quién tenía las competencias para conservar y cuidar un árbol de enorme valor que ya solamente sirve para simbolizar la ineficacia y la desidia de algunos de nuestros gobernantes…y la nuestra. “La casa por barrer….”
Siempre que ocurre algo, queremos un culpable para descargar nuestras propias conciencias. Es el camino rápido y la vía fácil hacia la liberación de nuestras penas. Pero no es “toda la realidad”….eso es solamente una parte. Cuando elegimos a nuestros gobernantes, asumimos una cuota de responsabilidad respecto a las cosas que hacen…. Supongo que cuando ocurre algo así, todos deberíamos reflexionar si al votar determinada opción política no estamos poniendo una pistola en manos de un niño….. Y lo que puede ser más grave, vemos las imprudencias o errores del “niño” y esperamos hasta que se agoten las “pilas del juguete”…. La ciudadanía calla, enmudece y se encierra en sí misma por …? Miedo? Comodidad? Conformismo? Irresponsabilidad? Está claro que lo más fácil es votar y olvidarse de lo “público” hasta que no nos afecte directamente….pero es que eso es engañarse voluntariamente. Cada decisión de un Alcalde, Consejero, Delegado, etc.. nos afecta a todos. Quizás, no sea un efecto individual….pero sí lo es al colectivo que somos TODOS. Si se destroza un monumento, perdemos todos y pierden las generaciones venideras (…nuestros hijos, nietos y bisnietos, etc…). Cuando un árbol que ha contemplado la vida de varias generaciones muere por la desidia o la ignorancia de algunos gobernantes, indirectamente, nos hemos equivocado todos y somos responsables todos. No quiero que esta reflexión sirva para atenuar las responsabilidades si no para, al contrario, exigir y exigirnos más. Ante la actitud pasiva de una población, los gobernantes lo tienen más fácil para sojuzgarnos. Un pueblo que se preocupa de “su pasado, presente y futuro” obliga a actuar. No seamos ingenuos. El que quiere el poder debe “hacerse querer para ser elegido”. A mayor exigencia, más resultados nos ofrecerán y para eso hace falta una sociedad civil con voz propia y criterio. Necesitamos YA una sociedad civil que no permanezca indiferente y muda ante cada desgracia como si la cosa no fuese con ella.