La primera cualidad de un político es la integridad.
La integridad requiere independencia de juicio.
La independencia de juicio rechaza los decretos partidistas, pues los decretos partidistas suprimen en la conciencia del hombre todo sentido de la justicia y el sabor mismo de la verdad.
Cuando tales verdades básicas se ignoran, el Parlamento se convierte en un circo indecente, que provoca consternación y desprecio en la gente de cualquier tendencia política.
Cuando los votantes desconfían y desprecian a sus representantes, la democracia en sí se encuentra en peligro.
Simon Leys (1935-2014)
Cádiz tiene una estrecha relación con el constitucionalismo español. Desde su vínculo con la siempre recordada y mitificada Constitución de 1812 hasta las aportaciones de un ilustre gaditano D. José Pedro Pérez-Llorca Rodrigo a la redacción de la actual. El seis de marzo del pasado año fallecía este ilustre gaditano y ateneísta destacado, uno de los siete padres de la Constitución vigente. Nuestra Constitución fue refrendada por una amplia mayoría de los españoles el día 6 de diciembre de 1978, dando lugar a la etapa más larga de historia democrática de nuestro país. Un necesario aliento de reconciliación nacional inspiró su redacción, el mismo que ayudó a un proceso de transición, no exento de inseguridades, pero que definitivamente asentó la soberanía en los ciudadanos españoles. Justo es recordarlo en estos tiempos de pandemia e incertidumbres.
La Constitución nació bajo la idea de consenso. El consenso en política siempre es necesario.
Ningún grupo, ningún partido y mucho menos la totalidad de una comunidad tienen el conocimiento o la verdad absoluta sobre un tema o una idea. Pensar lo contrario nos conduce a un peligroso sectarismo que puede evolucionar hacia conductas totalitarias. Eso no quiere decir inmovilismo, pero las posibles revisiones constitucionales, hijas de la evolución social y del transcurrir del tiempo, requieren siempre del entendimiento entre amplias mayorías, dentro de un momento político adecuado que pienso no es el actual.
Para tratar de cerrar la idea, me aferro al cobijo de las palabras de Pérez-Llorca en su condición de padre de esta Constitución que conmemoramos. En una entrevista al periódico El País (20-11-2015) señalaba el insigne jurista que “Cierto es que hay imperfecciones [se refiere a la redacción del texto constitucional]. Puesto a ser crítico, me temo que podría ser mi lista más larga y exhaustiva de las que están al uso. Prácticamente todas están explicadas por los requerimientos del consenso, algo tan necesario como a veces poco amigo del rigor y hasta de la gramática. Me parecía a mí que hasta hace poco podíamos afirmar que en general, y resumiendo mucho, las cosas habían ido razonablemente bien. Últimamente ha habido que enfrentarse con dos retos que están teniendo un enorme impacto sobre el sistema.”
Los dos retos a los que se refería son la crisis económica y, de nuevo lo cito literalmente, “el mayor peligro que hoy nos acecha es la efervescencia nacionalista derivada del desafío separatista en Cataluña.”
Más adelante completaba su pensamiento con la siguiente idea: “Quienes con más o menos acierto e intensidad tuvimos la oportunidad de arrimar el hombro en el comienzo de este periodo, lo hicimos por muchas cosas: la verdadera paz, la concordia, el progreso, una sociedad más justa, una España libre y democrática, pero sobre todo por servir a España en su continuidad histórica.”
Estas palabras del ilustre gaditano deberían de constituir, hoy día de la Constitución, un tema continuo de reflexión y de estimulo para un verdadero ideal constitucional, no para un revisionismo de intereses espurios.
No comparto la opinión de derribar el régimen del 78, que es en el fondo fruto de nuestras tensiones políticas latentes y sin resolver. Pero tampoco se puede aceptar el conservadurismo que no admite una lógica evolución.
Cualquier texto constitucional por muy bueno que sea, no resistiría un acoso fuera de un interés de desarrollo normativo y de convivencia. Pero, siempre es mejor crear las condiciones que faciliten una evolución responsable y poco precipitada, que permitan los ajustes necesarios para seguir conmemorando la Constitución de 1978.
José Almenara Barrios
Presidente del Ateneo Literario, Artístico y Científico de Cádiz
[6 diciembre de 2020]