Aristocles, conocido como el gran filósofo griego, que por sus anchas espaldas fue apodado Platón, dijo que: “la verdad, en el mundo de las ideas que nos rodean y que están como flotando en el aire, es un ideal a alcanzar junto a la belleza y el bien”. Quien no haya leído su obra: “El mito de la caverna”, base de nuestro conocimiento mediterráneo, le sugiero que lo haga cuanto antes. Es un autentica explicación de cómo se puede llegar a la verdad.
Andamos en esta España de nuestras entretelas un poco necesitados de buscar encuentros y verdades que, parecen imposibles cuando nos ponemos las gafas de la política. Es casi imposible poder orientar, al menos en algunos momentos no muchos, un acto de pensamiento conjunto constructivo. Así, parados, reflexivos, serenos, educados y respetuosos, haciéndonos quizás más humanos, también nuestros líderes y sus cohortes de aduladores, debieran hacerlo. Deberían releer juntos, ese libro VII de la República de Platón, donde se encuentra la obra antes citada, que no por esa orientación ideológica, debiera desviarnos de lo que debe buscarse: que es la mejor verdad para todos.
La vida se hace cada vez más compleja y difícil, en la medida en que la vayamos haciendo los propios humanos, más incomprensible e irrazonable. Preocupa por qué en algunos lugares de sumo poder y decisiones, a base de manosear la democracia, solo usen el encuentro continuo y desvergonzado, para ni siquiera oírse y entenderse, en los prioritarios problemas de nuestra sociedad. El ordenamiento legal, como ya hemos dicho muchas veces, está aprobado en su día, por referéndum y votaciones de mayorías, ya que en eso consiste la democracia. Así fue nuestra vigente y soberana Constitución Española, aprobada el 6 de diciembre de 1978, hace solo 45 preciosos años, previamente aprobada por las Cortes, vigentes hoy también, el 31 de octubre del mismo año.
Hoy es un día grande de verdad: el día de la Constitución. No solo para palabreos y fotos, sino porque lo que todos convenimos en cumplir, lleva ya casi medio siglo de vigencia. Es a lo que tenemos derecho, justa obligación de respetar y celebrar con alegría y sentido de futuro, absolutamente todos los ciudadanos de este gran País. Quizás haya que actualizarla, claro, después de casi medio siglo, es evidente que algo habremos cambiado. Pero eso, solo será posible hasta que: parados, reflexivos, serenos, educados y respetuosos, nos pongamos de acuerdo, la cambiemos y la sancionen las Cortes. Mientras, no se puede admitir que se sea irrespetuoso, ni se ausenten en momentos claves, ni se incumplan las normas establecidas, ni convirtamos la Constitución en un arma arrojadiza, para que cada uno la lance en el sentido indecente que convenga al poder y los perdones de cada ideología. No vale utilizarla contra ella misma, pero lamentablemente toda la planilla política lo hacen algunos partidos utilizando los canales constitucionales a su antojo, para hacer con ella lo que le sale del propio parecer. Eso, en un orden mínimo de conciencia, debería dar al menos, auténtica vergüenza. No se puede estar utilizando las leyes para ser votado, y luego hacer con la Ley Máxima, de su capa un interesado sayo.
Este país no se merece tanto engaño por unos y por otros. La verdad está en lo que decía el bueno de Platón, en un ideal, pero que hay que trabajar conjuntamente y con mucho más respeto del que manifestamos. Salud, disfruten del día, pero no hablen tanto y hagan conjunta y consensuadamente, mucho más.
José María Esteban González
Adjunto al Presidente
[Artículo publicado en La Voz de Cádiz]